Edmundo tiene 10 años pero el pensamiento de y las ganas de seguir adelante de un persona de 20, su historia es una más de las abundan en nuestra, a veces, injusta Lima y que muy pocos se ocupan de remediarlo.
Edmundo (o Pavilito como lo llamamos de cariño por el parecido de su historia al de una canción) es uno de los niños ¨carameleros¨ con los que usualmente nos solemos topar en los buses y que trabaja arduamente para poder asegurarle un mejor futuro a su madre y hermano menor, he aquí su historia.
Son las 5:30 am y Edmundo ya está despierto y terminando de maquillar su pequeño rostro con unas gastadas sombras y rubor que lo harán ver como el peculiar payasito que suele subir a los buses de la línea C todas las mañanas. Con solo un bizcocho y media taza de te en el estomago, sale de su casa rumbo al establecimiento de golosinas donde le venderán un abolsa de caramelos al precio módico de s/ 4.00, esta bolsa le es suficiente para todo el día.
Y bien, con bolsa en mano se dirige al paradero a esperar el bus .Pasan poco mas de 15 minutos y el bus llega, Edmundo con una sonrisa a medio dibujar en su carita sube al vehículo y saluda muy alegre a los aun soñolientos pasajeros que se dirigen hacia sus centros de labores o estudios y, con un “Oiga caballeros y caballeras” empieza el show.
Transcurren 10 minutos entre bromas y carcajadas, Pavilito logra arrancarle una sonrisa a más de uno pero como no todo en la vida es gratis, se dispone a mostrar su bolsita de caramelos que venderá a los pasajeros pasando por cada uno de sus asientos. Algunos amablemente colaboran con el niño y otros, con la sonrisa ya borrada, solo atinan a mirar por la ventana y ser indiferentes, Edmundo le dice al cobrador que bajara en el siguiente paradero, el pequeño repite este número tantas veces como pueda hasta llegar el mediodía, hora en que debe llegar a la casa para darle a su madre los pocos soles que gano durante la mañana y, además de alistarse para ir al turno tarde del colegio Nª 2090, donde recibirá sus clases de todos los días…pero la bolsa de caramelos aun no se había terminado.
Transcurren 10 minutos entre bromas y carcajadas, Pavilito logra arrancarle una sonrisa a más de uno pero como no todo en la vida es gratis, se dispone a mostrar su bolsita de caramelos que venderá a los pasajeros pasando por cada uno de sus asientos. Algunos amablemente colaboran con el niño y otros, con la sonrisa ya borrada, solo atinan a mirar por la ventana y ser indiferentes, Edmundo le dice al cobrador que bajara en el siguiente paradero, el pequeño repite este número tantas veces como pueda hasta llegar el mediodía, hora en que debe llegar a la casa para darle a su madre los pocos soles que gano durante la mañana y, además de alistarse para ir al turno tarde del colegio Nª 2090, donde recibirá sus clases de todos los días…pero la bolsa de caramelos aun no se había terminado.
Son las 2:30 pm y empiezan sus clases, Edmundo le echa todas las ganas que puede a entender y atender la clase pero, a veces el cansancio y el hambre puede mas con él y así, llega llegan las 8:00 pm, el niño coge su mochila y se va a casa.
Pavilito llega y su madre le sirve un plato con un poco de lentejas, ella le pregunta que tal le fue en el colegio y, además le cuenta que todo el día le dolieron las piernas producto de la artrosis que padece, el pequeño baja la cabeza en señal y termina la comida, se levanta y toma la bolsa de caramelos que no se termino de vender y sale rumbo al Parque de Lima que queda a pocas cuadras de su casa para venderlos.
Pavilito llega y su madre le sirve un plato con un poco de lentejas, ella le pregunta que tal le fue en el colegio y, además le cuenta que todo el día le dolieron las piernas producto de la artrosis que padece, el pequeño baja la cabeza en señal y termina la comida, se levanta y toma la bolsa de caramelos que no se termino de vender y sale rumbo al Parque de Lima que queda a pocas cuadras de su casa para venderlos.
El niño llega y ofrece sus caramelos a todos los transeúntes que pasan por la puerta del parque y, después de pelear un par de veces con los hombres de Serenazgo, logra juntar mas monedas para llevar a su humilde hogar.
Son las 10:30 pm y Pavilito llega a casa, su madre y su hermanito están durmiendo y con cuidado procura no hacer ruido para despertarlos, se cambia de ropa y se echa sobre la cama. Antes de dormir, recuerda todo lo que hizo durante el día y como sigue el verso de una canción, sabe que "...es un niño muy alegre, estudiante y trabajador..." que tiene en claro que en esta vida, algo injusta a veces, sólo sobrevive el más fuerte y que quién baja la guardia pierde, pero este último no es su caso. Pequeño niño, gran persona.
Redactado por: Vanessa Cueva.
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